La Piedra

Elemento de la naturaleza que para los pueblos originarios, ha representado lo imperecedero, lo inmutable al paso del tiempo y como tal, fue usado por los Egipcios, para hablar de una cultura antigua conocida. Las tribus Africanas las denominan “Abuela-Abuela”, para darle a las piedras el sentido de antigüedad. Así no es de extrañar que en América, muchos pueblos originarios las consideraran por este concepto sagradas, permitiendo entregarnos parte del legado de su civilización.

La sabiduría de remotos tiempos precolombinos, de nuestros ancestros, que se pierde en la noche de los tiempos, nos han legado sus símbolos, que han persistido, aún después de la ocupación Hispánica de Chile.

Conforme a la simbología universal, la cruz representa al sol, en los cuatro tiempos del año o estaciones y en las cuatro fases de un día: amanecer, medio día, crepúsculo y sol oscuro.

Esta disposición espacial y temporal de los brazos de la cruz, se le asigna una esquina del mundo, o punto cardinal, asignándole además un elemento: aire al norte, agua al oeste, fuego al oriente y la tierra al sur.

La otra cara de esta piedra ovoidal, que hemos tomado a modo de ejemplo de estos símbolos, que nos han legado nuestros antepasados precolombinos, representa la luna, que para los Mapuches preside la fertilidad de la tierra, el nacimiento de los seres humanos, determina el sexo, impulsa la procreación animal, da vida, bienestar, salud y buena fortuna, representando además una datación en el tiempo.

Esta pequeña esfera de piedra, nos entrega, resumidamente en sus símbolos, los conceptos de espacio y el tiempo.

Al decir de Don José Pérez de Arce hay cosas que han cambiado desde el mundo prehispánico hasta hora: con respecto a nosotros, entes urbanos, el cambio más drástico es la pérdida del sentido de equilibrio del mundo. En tiempos prehispánicos de los Andes del sur, se eligió la piedra para significar poderes espirituales de gran importancia y no existe material más difícil de trabajar con intención musical, refiriéndose a la tenaz y perseverante labor de construir flautas que poseen la particularidad e mantener un registro inalterable prehispánico andino.